El cuidado de un ser querido con movilidad reducida puede ser un desafío físico y emocional. La movilización segura es una de las tareas más importantes para evitar lesiones tanto en el paciente como en quien lo cuida. Las grúas de traslado son herramientas fundamentales en este proceso, ya que permiten movilizar con seguridad a la persona sin generar esfuerzos innecesarios. Como enfermero, quiero compartir algunos consejos esenciales para su correcto uso y, sobre todo, para que el traslado sea una experiencia segura y digna.

Conociendo la grúa: estar conectados con la herramienta.

Antes de realizar cualquier traslado, es fundamental familiarizarse con la grúa. No basta con saber que “sirve para levantar”, es importante entender cómo funciona y cómo responde a nuestros movimientos. Esto nos permitirá usarla con confianza y transmitir seguridad al paciente.

Elementos clave en una grúa de traslado.

  • Botón de subida y bajada: controla el ascenso y descenso del paciente de manera progresiva.
  • Botón de parada de emergencia: detiene el movimiento en caso de un error o una situación de riesgo.
  • Indicadores luminosos o sonoros: avisan si hay un problema con la batería o si se ha activado un sistema de seguridad.
  • Base ajustable: algunas grúas permiten abrir o cerrar sus patas para adaptarse mejor al espacio y la estabilidad.
  • Ruedas bloqueables: aseguran que la grúa no se mueva mientras se realiza la transferencia.

Puesta en marcha y conexión con la grúa.

Antes de cada uso, realiza una pequeña comprobación:

  • Revisa la batería: muchas grúas son eléctricas y una batería baja puede interrumpir un traslado.
  • Verifica la posición de las patas y el freno: asegúrate de que la base esté estable y bien colocada.
  • Haz una prueba sin paciente: sube y baja el brazo de la grúa sin peso para comprobar que todo funciona correctamente.
  • Siente la grúa: familiarízate con la velocidad y el ritmo de los movimientos para que, al momento del traslado, puedas anticipar las reacciones de la máquina y transmitir confianza al paciente.

Una buena movilización no depende solo de la fuerza o la técnica, sino de cómo nos conectamos con la herramienta que usamos. Si nos sentimos seguros con la grúa, el paciente también se sentirá seguro en ella.

Preparación antes del traslado.

Antes de realizar el traslado, asegúrate de que todo esté listo:

  • Verifica el estado del arnés: sin desgarros o desgaste.
  • Asegúrate de que la grúa tenga espacio suficiente para moverse.
  • Consulta al paciente: explícale qué vas a hacer para reducir su ansiedad y que pueda colaborar en lo posible.
  • Coloca al paciente en la mejor posición posible para la transferencia.

Colocación del arnés en cama: paso a paso.

Si el paciente está encamado y no puede sentarse por sí mismo, sigue estos pasos:

  • Gira al paciente hacia un lado, con suavidad y sin forzar.
  • Coloca el arnés extendido en la cama, alineándolo con su espalda.
  • Gira nuevamente al paciente, esta vez hacia el otro lado, para desplegar el arnés completamente.
  • Asegura las correas bajo los muslos y hombros, siguiendo las instrucciones del fabricante.

Este proceso puede parecer complejo al principio, pero con práctica se vuelve más sencillo. Lo más importante es siempre actuar con paciencia y cuidado.

Uso de la grúa: movilización segura.

Una vez colocado el arnés correctamente:

  • Engancha las correas de manera firme, pero sin causar tensión en el paciente.
  • Eleva lentamente, asegurándote de que la persona esté bien sujeta y cómoda.
  • Mantén una postura estable y usa movimientos suaves para evitar balanceos bruscos.
  • Desplaza la grúa con calma hasta el destino (silla, sillón, baño, etc.).
  • Baja al paciente con cuidado, verificando que esté bien posicionado antes de soltar el arnés.

Si la persona puede participar, anímala a sujetarse y cooperar en lo posible. La seguridad es clave, pero también la sensación de autonomía y confianza en el proceso.

Un acto de amor y respeto.

Más allá de la técnica, lo más importante en la movilización con grúa es el trato humano. Para el paciente, cada traslado puede ser una experiencia que lo haga sentirse vulnerable. Tu tono de voz, tu paciencia y tu forma de tocarlo hacen la diferencia.
Acompañar a alguien en su proceso de dependencia es un acto de amor y respeto. No se trata solo de mover un cuerpo de un lugar a otro, sino de cuidar la dignidad de una persona que aún siente, piensa y merece ser tratada con la mayor consideración posible.
Como enfermero, sé que un traslado bien hecho no solo evita caídas o lesiones, sino que también cuida la autoestima del paciente. Una mirada amable, un gesto de apoyo, una palabra de aliento pueden convertir una tarea rutinaria en un momento de conexión y afecto.

Si alguna vez sientes frustración o cansancio, recuerda que no estás solo. Cuidar es un desafío, pero también una oportunidad para demostrar cuánto valoramos a la persona que tenemos enfrente. Al final del día, no solo movemos cuerpos, sostenemos vidas.

Francisco Caño. Coordinador de enfermería a domicilio en Málaga.